El alcohol es reconocido como una droga asociada con la violencia de género e intrafamiliar, generando un círculo vicioso donde los hijos que crecen en estos ambientes tienen una mayor probabilidad de consumir alcohol y continuar este ciclo de violencia.

La relación entre consumo de alcohol y conductas violentas constituye un problema social. Estar expuesto a la violencia relacionada con el consumo de alcohol es por tanto un factor de riesgo para diversas enfermedades y trastornos mentales. El consumo del alcohol, por lo tanto, puede provocar daños a terceros, como familiares, amigos, compañeros de trabajo y otros.

La relación entre el consumo de alcohol y la violencia de género es un aspecto crítico. La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2016), destaca una conexión directa entre el consumo de alcohol por parte de los agresores y los actos de violencia contra las mujeres. 

La ENDIREH también revela que 21.3% de las mujeres casadas o unidas considera que la violencia de pareja inició o empeoró debido al consumo de alcohol por parte de la pareja. En México, el bajo nivel socioeconómico, la baja escolaridad y el consumo de alcohol por parte de la pareja son factores relacionados con la violencia contra la mujer.[1]

En 2021, aproximadamente 45.000 mujeres y niñas fueron asesinadas por sus parejas u otros miembros de la familia en todo el mundo. Esto significa que, en promedio, más de cinco mujeres o niñas son asesinadas cada hora por alguien de su propia familia. Se estima que en todo el mundo 736 millones de mujeres, casi una de cada tres, han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja, de violencia sexual fuera de la relación de pareja, o de ambas, al menos una vez en su vida (el 30% de las mujeres de 15 años o más). La mayoría de los actos de violencia contra las mujeres son perpetrados por sus maridos o parejas actuales o anteriores.[2]

Más de 640 millones de mujeres de 15 años o más (el 26% del total) han sufrido violencia de pareja. Entre las que han estado en una relación, casi una de cada cuatro adolescentes de 15 a 19 años (el 24%) ha sufrido violencia física o sexual por parte de su cónyuge o pareja. El 16% de las mujeres jóvenes de 15 a 24 años experimentaron este tipo de violencia en los últimos 12 meses.[2]

Las mujeres víctimas de violencia denuncian que el 39,2% de las agresiones se produjeron cuando un hombre consumía alcohol.[3] Las disparidades en la violencia de género se hacen más evidentes en el contexto de las comunidades indígenas.

El consumo de alcohol está estrechamente relacionado con diversos problemas sociales, como violencia doméstica, abandono y abuso infantil. Los estudios destacan el impacto económico de la violencia, con un costo estimado de 37,430 pesos por persona, en 2023, lo que representa el 19.8% del PIB, considerando tanto los costos directos como los indirectos más un efecto multiplicador (beneficios económicos que se pierden al invertir en la contención de la violencia en lugar de en actividades más productivas).[4]

Un estudio de la Universidad Autónoma de México en 2014, profundizó en la perspectiva de los hijos de padres alcohólicos. La investigación señala que el alcoholismo de los padres causa daños físicos, psicológicos y emocionales a la familia, siendo los hijos los más afectados. La adicción al alcohol, genera inestabilidad en el ambiente familiar, transformando la percepción del hijo sobre la familia y, en muchos casos, llevando a la desvinculación de las relaciones parentales y familiares.

Desde la perspectiva del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la violencia intrafamiliar, a menudo vinculada al consumo de alcohol, es una preocupación central. El BID revela que el 40% de las personas encarceladas en América Latina y el Caribe tienen padres que abusaban del alcohol, subrayando la estrecha relación entre la violencia en el hogar y la conducta delictiva.

Datos recientes de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino (ENSANUT 2022) publicados por la Secretaría de Salud revelan que el 20.6% de los adolescentes mexicanos son “consumidores actuales” de alcohol. Se destaca que el consumo de alcohol entre adolescentes es más prevalente en hombres, aumenta con la edad, y se relaciona significativamente con factores como el nivel educativo, el índice de bienestar y el entorno urbano.

La intersección entre el maltrato infantil y el consumo de alcohol en adolescentes en México es evidente y preocupante. Los estudios señalan que experiencias tempranas de maltrato, ya sea físico, emocional o sexual, incrementan las posibilidades de un consumo problemático de alcohol en la adolescencia. Además, la violencia intrafamiliar y la falta de apoyo afectan negativamente la vida de los niños, perpetuando ciclos de delincuencia y consumo de sustancias.